El cineasta tapatío Guillermo del Toro conquista una nueva estatuilla con un género diferente, mismo que defendió en su discurso ganador.
Animación: un arte infravalorado
Cuando Guillermo del Toro tomó a ‘Pinocho’ siempre lo vio como un filme con grandes posibilidades, no sólo por el titánico detalle que necesita la animación ‘stop-motion’ —además de que le tomó quince años—, también por su demostración de que la animación no debe ser cara y debe motivar a todos a crear.
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El tono menos infantil y la crítica bélica dentro de un género al que tachan de no tener historias interesantes, son las otras ambiciones de ‘Pinocho’ donde el tapatío no sólo dio una lección de arte, reivindicó a la imagen irreal como un medio igual de expresivo. Así fue su discurso:
“La animación es cine, la animación es un género y está lista para llegar al siguiente nivel, por favor, manténganla en la conversación”, y continuó, “quiero agradecer a Netflix por tener fe en mí, en esta película. Se lo quiero dedicar al amor de mi vida (su actual esposa, Kim Morgan), a mis hijos, a mis padres quienes ya no están en este mundo. Soy su hijo y los amo”.
Mensaje de apoyo
Durante la alfombra de gala de los Óscares, Guillermo vistió un traje elegante y un conjunto negro de pies a cabeza. Excepto por un lazo azul al lado izquierdo de su pecho, muestra de su postura en la guerra Rusia-Ucrania.
El moño dice: “#withrefugees” (“con los refugiados”), un apoyo directo a la campaña de Naciones Unidas para los Refugiados (UHCR, por su siglas en inglés) que protege a quienes han sido expulsados de sus hogares por la guerra.
Su compromiso con el tema no es reciente, este detalle ya lo había portado en la edición anterior de los premios de la Academia.
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