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Del manga más vendido de la historia a superar a Stranger Things, el ‘live-action’ de One Piece es “el debut más visto” gracias a sus millones de fans alrededor del mundo.

Respetando su esencia

Colores brillantes, personajes extravagantes, enfrentamientos vistosos entre piratas y los característicos movimientos de One Piece se han trasladado a la “realidad” con tanto encanto que ya es considerada como la primera adaptación acertada de un anime.

Podría decirse que es gracias, principalmente, a que Eiichirō Oda, creador del manga de One Piece, se involucró como asesor y como reclutador de los actores, cuidando que estos tuvieran comportamientos, voz, estatura y aura similares a los personajes animados. Sobre todo, buscó que los protagonistas, Los Piratas de Sombrero de Paja, se llevaran bien entre ellos aun con las diferencias de propósitos que tienen en la ficción.

Pero no es lo único motivo, los efectos especiales son creíbles. Como el poder de elasticidad de Monkey D. Luffy —interpretado por el mexicano Iñaki Godoy—, quien de verdad parece de goma.

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Otras razones: el argumento y el público objetivo

Adaptar los 61 capítulos de la primera temporada del anime a solamente 8 tiene sus límites. Algunas críticas resaltan que no se desarrolla el personaje de Ussop o que el final se resuelve demasiado rápido. Aun así, todos los arcos argumentales que se presentan encajan muy bien y sin alterar la trama original.

En otras palabras, la serie tiene contentos a los fans del anime, quienes lograron que la nueva serie de One Piece, estrenada el 31 de agosto, esté en el número uno de Netflix como “el debut más visto” en 84 países, superando a “Stranger Things 4” y “Merlina”. También es gracias a que el gigante rojo del streaming apostó por el formato de acción real para captar a espectadores que no gustan del anime.

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